Dos poemas de María Alonso
A MERCED DE TU CORRIENTE
Nos miraba el amor
tan complaciente,
que en las alas de tus ojos me dormía,
y soñé que allí en tu piel bebía
el placer que emanaba tu corriente.
En el hueco de tus manos me escondías,
recitándome en los labios tus lamentos,
y en la aurora ya del nuevo día
me cubrías con tu dicha,
asomándote a mi cuello.
Nos miraba el amor
tan complaciente,
que en el gozo de tu lazo me dormía,
y soñé que en tu abrazo sucumbía
navegando a merced de tu corriente.
S/T
Amanece,
café y pan caliente
junto a la ventana.
Para ti estos versos
para mí tu ausencia,
o tu lejanía...
Los vencejos chillan,
al aire le roban briznas.
Yo le robo al tiempo
aquel instante de tu boca
para hacerla mía,
y rescatar de nuevo
aquel fugaz encuentro,
fugaz como la vida.
Abría marzo el saúco
y en la ribera extendía
aquel perfume fluvial
de pura melancolía,
que escalaba a tus palabras
y en mi corazón prendía.
El tiempo es un murmullo
que cose nuestras vidas,
las ata con mil penas
o las borda de alegrías,
pero nunca se detiene
ni espera,
ni olvida
aquel instante de tu boca
que no pudo ser mía.
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