Si estuvieras aquí, por Juana Ciudad
"Si estuvieras aquí", pensé mientras paseaba por el puente romano y miraba las calmosas aguas del río Tormes bañando la tarde.
Qué hermoso día de mayo, florido y soleado, en que me entregué al recuerdo.
Mientras pisaba las centenarias piedras del puente contemplaba las orgullosas torres de la catedral y los acogedores vitrales de la casa Lys, una perla rescatada de las profundas aguas del tiempo y del abandono.
Imposible no mirar atrás, veinte, veinticinco años atrás, cuando esta casa no era sino un montón de escombros, cuando tú todavía no estabas, cuando aún no eras nada para mí.
Entonces también pisé estas losas, también paseé por la ribera de este río, observando a los patos escribiendo uves en el agua, también miré las flores. Eran otras, pero casi las mismas amapolas, análogas varas de zurrón de pastor, parejas anchusas, parecidos lupinos, idénticos manojos de semillas escapando de los chopos y posándose en mi pelo como extemporáneos copos de nieve.
Qué hermoso día de mayo, florido y soleado, en que me entregué al recuerdo.
Mientras pisaba las centenarias piedras del puente contemplaba las orgullosas torres de la catedral y los acogedores vitrales de la casa Lys, una perla rescatada de las profundas aguas del tiempo y del abandono.
Imposible no mirar atrás, veinte, veinticinco años atrás, cuando esta casa no era sino un montón de escombros, cuando tú todavía no estabas, cuando aún no eras nada para mí.
Entonces también pisé estas losas, también paseé por la ribera de este río, observando a los patos escribiendo uves en el agua, también miré las flores. Eran otras, pero casi las mismas amapolas, análogas varas de zurrón de pastor, parejas anchusas, parecidos lupinos, idénticos manojos de semillas escapando de los chopos y posándose en mi pelo como extemporáneos copos de nieve.
Volverán las oscuras golondrinas
en tu jardín sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales jugando llamarán;
pero aquellas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha al contemplar;
aquéllas que aprendieron nuestros nombres, ¡ésas no volverán!
Todo era igual menos mi mirada, antes limpia y ahora esmerilada con la novedad feliz y engorrosa de la nostalgia, de los recuerdos, de la melancolía.
Seguí caminando. Me adentraba en el salvaje esplendor de la hierba hasta que de golpe me topé con el molino abandonado al gobierno del tiempo y sentí un escalofrío de tristeza y de gozo. Volví a pensar en ti.
Si estuvieras aquí, pensé, añorando tu presencia para poder decirte:
—Mira qué lindos colores los de ese pájaro que canta desde su rama.
"Si estuvieras aquí", pensé, echándote de menos, pero ahora pienso que si hubieras estado allí, caminando a mi lado, sincronizando, conmigo, los pasos, mirándome para encontrarte con mi mirada, no me hubiera dejado llevar por la tristeza de lo que nuca volverá, porque si tú hubieras estado allí no habría existido el pasado para mí.
Seguí caminando. Me adentraba en el salvaje esplendor de la hierba hasta que de golpe me topé con el molino abandonado al gobierno del tiempo y sentí un escalofrío de tristeza y de gozo. Volví a pensar en ti.
Si estuvieras aquí, pensé, añorando tu presencia para poder decirte:
—Mira qué lindos colores los de ese pájaro que canta desde su rama.
"Si estuvieras aquí", pensé, echándote de menos, pero ahora pienso que si hubieras estado allí, caminando a mi lado, sincronizando, conmigo, los pasos, mirándome para encontrarte con mi mirada, no me hubiera dejado llevar por la tristeza de lo que nuca volverá, porque si tú hubieras estado allí no habría existido el pasado para mí.
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